Carlos Palacios pasó de ser una apuesta fuerte de Boca en el inicio de la temporada a quedar completamente relegado. El futbolista chileno, que llegó con el apoyo explícito de Juan Román Riquelme como una pieza clave para renovar el ataque, atraviesa un presente complicado marcado por indisciplinas, molestias físicas y decisiones que lo alejaron del plantel.
En sus primeras semanas en el club, Palacios mostró pinceladas de su talento y se ganó rápido el cariño de los hinchas. Incluso le dedicó un gol a Riquelme en sus inicios, dejando en claro el vínculo cercano con el vicepresidente. Sin embargo, con el correr de los meses, su comportamiento fuera del campo empezó a pesar más que su rendimiento.
Faltazos a entrenamientos, viajes imprevistos a Chile, discusiones en redes sociales con hinchas y reiteradas excusas físicas antes de partidos importantes minaron la confianza del cuerpo técnico. El último episodio fue decisivo: el mediocampista argumentó una tendinitis bilateral justo en la semana en que Boca enfrentará a Atlético Tucumán por Copa Argentina. Aunque oficialmente se informó que no viaja por lesión, puertas adentro se sabe que Miguel Russo ya no está dispuesto a tolerar más.
La relación entre Palacios y el DT quedó muy desgastada. Su exclusión no parece ser momentánea, y su regreso al equipo luce lejano. Casos similares, como el de Exequiel Zeballos, demuestran que quien pierde terreno por cuestiones disciplinarias deberá remar desde atrás para recuperar un lugar.
La historia de Palacios en Boca, que comenzó con elogios y promesas, hoy está en pausa. Y todo indica que solo un cambio radical de actitud podrá revertir este presente.