Argentina comenzó a importar carne vacuna desde Brasil, incluyendo cortes tradicionales como el asado, en un contexto donde el comercio exterior de alimentos muestra una tendencia cambiante. Según datos del INDEC, las compras externas de carne aumentaron más de un 150% en lo que va del año, alcanzando un promedio mensual de 1.200 toneladas.
Este fenómeno contrasta con un marcado retroceso en las exportaciones de carne argentina, que registraron una caída del 30%, principalmente por la pérdida de competitividad frente a otros países. Esta situación también impactó en el superávit comercial, que se redujo a 204 millones de dólares en abril, uno de los niveles más bajos desde el inicio del gobierno de Javier Milei.
En la ciudad de El Bolsón, provincia de Río Negro, ya se encuentra carne brasileña en góndolas de supermercados, lo que generó alarma entre productores locales y representantes de pymes del sector. La polémica se intensificó al conocerse que estos productos habían sido previamente rechazados por la Unión Europea, debido al uso de estradiol, una hormona prohibida en Argentina desde 2022 para animales destinados al consumo humano.
El ingreso de carne brasileña, con precios más bajos por menores costos de producción, representa un nuevo desafío para la industria cárnica nacional, que advierte por la dificultad de competir en términos económicos sin comprometer estándares sanitarios y de calidad.
Desde el sector productivo reclaman medidas que protejan a la cadena de valor local frente a estas importaciones que, aunque más accesibles, podrían implicar riesgos sanitarios y afectar gravemente la sustentabilidad de las economías regionales