River Plate no logró avanzar en el Mundial de Clubes tras empatar con Monterrey y sumó una nueva decepción en el plano internacional. A pesar de ser claramente superior en nombres y jerarquía, el equipo de Marcelo Gallardo no supo imponer condiciones ante un rival que mostró dudas, especialmente en el segundo tiempo.
La eliminación deja en evidencia problemas ya conocidos: falta de contundencia en ataque, errores en la definición y ausencia de respuestas en momentos clave. La baja de Franco Mastantuono, inesperada y rodeada de polémica, fue un golpe anímico y futbolístico del que el plantel nunca se recuperó.
River llegaba con la obligación de ganar dos partidos accesibles para avanzar de ronda, pero la expectativa chocó de frente con la realidad. Y cuando los objetivos no se cumplen, no hablar de fracaso sería negar lo que el club representa. River no fue a participar: fue a competir y a ganar. Y no lo logró.
Las responsabilidades están repartidas. Gallardo deberá rearmar un equipo que mostró falta de actitud y nivel competitivo. Algunos futbolistas parecen haber cumplido su ciclo: nombres como Casco, Kranevitter, Aliendro, Simón, Lanzini, Tapia y Borja están bajo la lupa.