Cada miércoles, las fuerzas de seguridad vuelven a desplegarse con violencia sobre manifestantes y jubilados. En la última protesta frente al Congreso, un fotógrafo fue detenido mientras ejercía su labor. Se trató de Tomás Cuesta, quien ya fue liberado, pero no sin antes sufrir que le pisaran la cabeza durante el operativo.
Ese mismo martes, un día antes de los incidentes, Patricia Bullrich fue protagonista de una reunión con jueces de la Cámara Federal de Casación Penal. La foto del encuentro circuló ampliamente, mostrando a la ministra en plena interacción institucional. Al día siguiente, Bullrich encabezaba una nueva jornada represiva bajo su mando como ministra de Seguridad.
La represión, sin embargo, no parece tener sólo un componente operativo: también hay un mensaje político detrás. Bullrich cruzó a Mauricio Macri, quien la acusó de estar detrás de una campaña sucia. “Es una persona con muy poco carácter”, respondió la ministra, que en paralelo reforzó su posicionamiento dentro del gobierno y su alineamiento con La Libertad Avanza, fuerza a la que recientemente se afilió.
En medio del debate interno en la coalición gobernante y las crecientes tensiones en las calles, los episodios de represión se vuelven moneda corriente. El pasado miércoles, a los ya habituales gases lacrimógenos y empujones, se sumó una actitud particularmente agresiva hacia periodistas y reporteros gráficos. Dos fotógrafos fueron detenidos, y uno de ellos fue reducido violentamente en el suelo. La escena recordó lo sucedido el 12 de marzo, cuando el manifestante Pablo Grillo fue herido gravemente por un disparo de la Gendarmería.
En C5N, el programa Minuto Uno mostró recientemente un video clave de ese operativo, en el que el cabo Héctor Jesús Guerrero dispara gases lacrimógenos de forma paralela al suelo, contraviniendo los protocolos que exigen una inclinación de 45 grados. Estas imágenes ahora forman parte de la causa judicial a cargo de la jueza María Servini y el fiscal Eduardo Taiano.
La investigación, impulsada por las querellas representadas por el CELS y la Liga Argentina por los Derechos Humanos, detectó múltiples irregularidades en el material aportado por Gendarmería y Policía Federal: tramos ausentes, omisiones claves, fragmentación y archivos de audio con duraciones inconsistentes. Un gendarme que portaba una GoPro no la encendió durante el operativo, pese a estar en el lugar exacto donde Guerrero disparaba.
La defensa de los manifestantes apunta también a los mecanismos de vigilancia utilizados para detener a personas fuera del lugar y muchas horas después. Esto, a pesar de que el sistema de reconocimiento facial de prófugos está formalmente suspendido en la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, se confirmó que la Policía Federal emplea el sistema “Trebax Face Search”, y la Policía de la Ciudad, “Face Expert”, ambos avalados por la Resolución 1234/2024 del Ministerio de Seguridad, firmada por Bullrich.
Mientras tanto, la ministra sigue proyectando su carrera política. En el oficialismo se analiza su candidatura a senadora nacional por CABA. De concretarse, su salida del gabinete dejaría una vacante que podría ocupar el intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro, quien ya tuvo experiencia al frente de la Seguridad porteña. Otra opción sería el Ministerio de Justicia, hoy encabezado por Mariano Cúneo Libarona.
Cúneo Libarona, por su parte, mantiene una relación tensa con sectores del Poder Judicial y el Ministerio Público Fiscal. El conflicto gira en torno a la falta de recursos para implementar el nuevo sistema acusatorio previsto para el 11 de agosto. El ministro sostiene que, cuando tuvo la oportunidad de hablar con esos sectores, no hubo objeciones. Ahora que llegaron los reclamos, responde con el estilo desafiante que caracteriza al gobierno.
Por su parte, la Corte Suprema anunció que se hará cargo de su propia defensa en las causas en las que interviene como parte, a través de su Dirección de Asuntos Contenciosos. Se trata de un movimiento con el que busca reforzar su independencia del Poder Ejecutivo. Un distanciamiento que no parece casual en un contexto de creciente tensión institucional.